Cuando digo soñar no hablo de: coger tu peluche favorito (por cursi que suene), meterte en la cama, taparte hasta el cuello con las sábanas, darle la vuelta a la almohada porque no se sabe por qué te gusta más la parte fría, coger tus auriculares coger tu aparato de música poner la música al máximo y darle play a tu canción favorita. No, no hablo de eso.
Para mi soñar es todo un reto, desconectar por un momento, cerrar los ojos y soñar. Soñar que soy otra persona, que no tengo problemas, que puedo librarme de ellos al fin, conseguir mis objetivos, ser mejor persona… Ser pequeña otra vez… Gritar y decir lo que pienso, comer chocolate todas las noches a escondidas de mi madre, puesto que así me sentía una de esas niñas malas, y la verdad, sienta realmente bien. Ver un tobogán, pararme y tirarme por él; sentarme en un columpio, balancearme y tirarme, y si me hacia “pupa” no me importaba lo más mínimo, puesto que solo tenía que sentarme ponerme a llorar, porque sabía que luego mis padres estarían ahí al 100%.Pero luego los abro, y todo sigue igual. Pero aun así tengo la capacidad después de haber soñado, erguirme, sacar fuerzas de donde no las tengo y afrontar con lo que hay. Yo tengo esa capacidad ¿Y TÚ?
